Es por los señores imbéciles y sus estúpidos pitos de carros.
Al menos conocí a Jeniffer. Dice que es de Santo Domingo y que tiene dos hijas. Vive con una de ellas en la Ciudadela Ibarra.
Además me contó que creció en un albergue de Ambato y conoce todo Tungurahua.
Me lastimé un poco la rodilla derecha. El espejo está torcido y el guardafango delantero todo abolladodo.
Dijo que me llamará.