jueves, 15 de octubre de 2020

Convertida en Piedra

 





Convertida en Piedra

Recuerdo perfecto , era uno de esos sábados donde estas surfeando en internet y de repente te llama un documental que cuenta la historia de una escritora totalmente desconocida que le gustaba el café con leche, los gatos y los conflictos con otros escritores y ex maridos.

Durante los trece días de protesta los últimos dos fueron los más fuertes, las calles de Quito ardían y “concidencialmente” uno de ellos fue 12 de Octubre. Ese sábado el Ecuador retrocedía 427 años y reafirmábamos que el tiempo no es lineal. -Las mujeres resistían a Ella-, aguantábamos las noches sin dormir, obligadas a permanecer alertas cubriéndonos de las bombas que podían llegar a los puntos de paz. Velando a los guaguas en nuestras espaldas.

En el 2015 tenía que sumergirme en el realismo mágico para una obra de teatro y cuando preguntaba a unos amigos sobre referencias uno de ellos me recomendó a -Elena Garró-, recordé que era la escritora del documental que había visto años atrás. Busqué en el Fondo de Cultura Económica sus libros y obviamente no los tenían. Se quedó entre mis lecturas pendientes. Una parada antes de llegar a la sala de teatro Mandrágora leía en la pared “VIOLENTO ES EL SISTEMA”. En la sala de espera sonaba la primera llamada mientras hojeaba una revista del 2016 donde en las primeras páginas estaba toda su biografía por sus 100 años, junto a su historia estaba un cuento que me dejó sin palabras “El Anillo”.

En la noche todas nos llamábamos y nos acompañábamos desde México hasta Bolivia. A las 12:00 pm Ella buscaba “dialogo”, un dialogo que parecía hasta ese momento desigual y sin garantías de que lo que se negocie sea justo. Pero Ella se olvidaba de algo, que en televisión nacional difícilmente podría darle hablando a ninguno de sus peones y que con trece muertos a cuestas y todo un país gritándole que deje su cargo poco podía hacer.

Caminando por Donceles encontré “Los Recuerdos del Porvenir”, este pertenecía a una colección de libros escritos por mujeres mexicanas. De todos los que compré en ese viaje ese fue el último que leí, al llegar a la segunda parte necesariamente tenía que parar, cada letra era como un agujero negro en mi cerebro, era abril del 2020 y la pandemia en mi país dejaba imágenes desgarradoras que se permeaba con el caos de Ixtepec, todo esto acrecentaban mi angustia y ansiedad pandémica y apocalíptica.

***

Ella, que años atrás se cuestionaba la violencia ejercida en las calles por el poder de turno ahora se dejaba llevar del brazo y se reía junto a los overoles grises y verdes. Ella, que cuestionaba el rol de la mujer sumisa, adorno y obediente, ahora se la veía feliz condecorando a generales. Se le olvidó los ideales de la democracia e igualdad. Se le olvidó la pregunta que gritaba con su antigua voz de pajarito “¿Quién jodió al país?”, se le olvidó la violencia estructural dentro de nuestros primeros territorios de defensa.

Julia podría ser cualquiera, podría ser Elena, podría ser Andrea, podría ser MARÍA, podría ser PAULA . Podría ser cualquier mujer compleja, cualquier mujer oprimida, cualquier mujer sin tiempo, cualquier mujer en busca de la historia robada, cualquier mujer invisibilizada, cualquier mujer colonizada, Julia mujer VIOLenta y VIOLentada.

Sabe que hay dos formas de poder, uno se sustenta en la fuerza competitiva  patriarcal y otro en el amor y las pequeñas trincheras del cotidiano. Buscar dentro de esto un puesto donde anidar, donde sacar al sol las propias dudas y las pocas certezas. Le parecía imposible. Para Ella en la última década la asfixia patriarcal falocentrica era el pan de todas las sabatinas, así que buscaba cualquier espacio que le permitiera reafirmarse e incomodar.

Julia pensaba que nada podría modificar el porvenir, ningún sacrificio valdría la pena porque la memoria estaba condenada a repetirse,  que los demás personajes de Ixtepec únicamente volvían a interpretar los mismos papeles o patrones, talvez por eso no le importó ver morir a sus hermanos, amigos, familia y al pueblo entero. Ella era solo una reina más de todo ese maldito ajedrez ridículo que se repite y se repite.

A pesar de los trece muertos de octubre y los miles en la pandemia ella esta aun el cargo, mostrando muecas y simbolismos de represión. Lejos y petrificada quedó su dulce sonrisa nerviosa, ahora detrás de la ventana ve como todo un país estupefacto espera de ella alguna respuesta mínimamente decente. Y ni ella ni nadie se da cuenta que es solo la piedra que terminó rodando desde la virgen hasta el abismo y la única constancia que nos queda de ella es lo que encontró la vieja curandera.

 “Soy María R., nacida de José R. y Ana Castellanos, en el pueblo de Vilcabamba el 6 de abril de 1963. En piedra me convertí el 13 de octubre del 2019 delante de los ojos espantados de Gregoria Buendia, cause la desdicha de mis padres y la muerte de mis HERMANOS. Cuando venía a pedirle a la virgen que me curara del amor que tengo por el general que mató a mis HERMANOS, me arrepentí y preferí el amor del hombre que me perdió y perdió a mi familia. Aquí estaré con mi AMOR a SOLAS como el recuerdo del porvenir por los siglos de los siglos”.

jueves, 11 de junio de 2020

El derecho de cocinar en paz

Colaboración 
Andrea Gualoto

El derecho de cocinar en paz

Siempre me pregunté como mi memoria podía recordar a la perfección la sazón de mis abuelas, ¿Qué hace que ese sabor se único? Inconfundible. ¿Qué es la sazón?, ¿Se la hereda?, ¿Se la imita de acuerdo a nuestra memoria gustativa o emotiva? En estos tiempos donde he regresado a los calditos, sopitas y coladitas hechas a fuego lento –mientras pico, mezclo, rayo, huelo, despedazo, pruebo- se ha despertado en mi como nunca antes los recuerdos. Recordé las papas fritas con mucho limón y mayonesa, recordé que todo se hacía despacito – no había ese afán innecesario de correr apurados hacia ningún lugar-, recordé a mi bis abuela sentada en una tarde de sol pelando un costal entero de papas y esa actividad le ocupaba todo su ser y su presente, ella nunca escuchó la palabra yoga en su vida.
En mi país hemos visto desfilar miles de muertos, muchos más de los que el gobierno está dispuesto a aceptar, había días en los que cocinar era la única actividad que me ponía un cable a tierra, pero había otros en los que el recuerdo se mezclaba con mi presente Ixtepeño o Macondiano –según sea su gusto- en los cuales veía como personas en un intento desesperado por llevar a sus muertos fuera de Guayaquil para que no desaparezcan, los colocaban en sus autos fingiendo estar dormidos - entonces lloraba desconsoladamente y pedía comida para levar -.
Lloraba porque no me salía la sazón de ese plato en específico tal cuál recordaba, lloraba por que milagrosamente si me salía la sazón tal cual recordaba… en fin, hoy en mi ciudad cambiamos de semáforo, de rojo a amarillo y a estas alturas y después de tanta tela cortada, puedo concluir que para tener una sazón propia-es decir la heredada- es necesario aparte del divino detalle /como el que le dan las hierbitas picadas finito a las coladas de zapallo con choclo, al arroz con camarón o al ceviche / la tranquilidad del silencio, para llegar a esa calma espiritual, colectiva y física frente al fuego.
Ahora en el caso de que sus gobiernos no les proporcionen el último requerimiento dentro de lo que dura sus cuarentenas, les comparto mi receta.










RECETA: PARA RECREAR LOS RECUERDOS DE TU SAZÓN PROPIA

Dos porciones


ü  Una pizca de redes sociales, evitando leerlas en la noche y nunca cuando comes.
ü  Ir colando de uno en uno los 360 días que le falta para que el “presidente” Moreno salga del poder.
ü  Y finalmente  para obtener la certeza de que ningún gobierno de mierda ingresará ni a tu cocina ni a tus recuerdos, se recomienda: escuchar jazz o los Ángeles Azules a dúo con Fito Páez  y servirnos una copita de vino tinto mientras preparamos los alimentos.


                                                                                                                            

SisaKatuk