viernes, 26 de agosto de 2011

No a las motos en el Cuello de la Luna

La primera parte es salir de Quito. El ruido de la ciudad está volviéndose insoportable y por lo tanto busco dejar lo más rápidamente la parte urbana. Con la noticia de que buena parte del tramo sur de la Simón Bolívar está repavimentándose lo cual me obliga a entrar a la Ciudad Jardín. Luego descender por Guamaní. Barrios tan cercanos pero es la primera vez que los conozco.
La siguiente dificultad es lograr entrar al Parque Nacional Cotopaxi viniendo del norte al sur. Todo un momento de espera para poder cruzar al otro carril de la Panamericana.
La entrada la pusieron difícil: gravilla, piedras sueltas, arena, tierra, rieles de ferrocarril y una casi imposible pendiente de tomar en curva. Finalmente un lugareño me ayuda con un empujón.
Luego viene un arroyo de montaña. No corro riesgos y me mojo los pies al pasar con la moto a mi costado antes que sobre ella.
Finalmente llego a la entrada propiamene dicha. Pido un choclo con queso y un agua Tesalia. Y ahora viene la gran sorpresa: es totalmente prohibido entrar con una motocicleta al Parque Nacional Cotopaxi.
Al volver a la Panamericana siempre es lo mismo: una vía que quiere convertirse en autopista pero en un gran porcentaje sigue siendo un camino del tercer mundo. ¿Y los peligros más graves?. Bueno, la semana pasada salió volando desde el balde de una camioneta delante de mí un arból de pino al que lo partí en dos con toda la buena suerte del mundo. Hoy fueron tres cajones de frutas. Al menos ahora sí los pude esquivar.

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