viernes, 4 de septiembre de 2009

El motivo de un viaje



Lo más simple sería decir que seguimos una ética hipermoderna. Aquella de la que habla Lipovetsky donde el deber no implica esfuerzo ni sacrificio. ¿Viajar por placer?. Las experiencias lo dirán.

Por el momento prefiero recurrir a la fantasía. A las imágenes animes de la infancia: el capitán Raymar. Un pirata espacial del tercer milenio que no soporta con su tripulación la monotonía en que ha caído la vida en la Tierra.

Y no es que haya decidido dedicarme a atracar naves enemigas y vivir del pillaje. Pero el cuento de un corsario melancólico que parece saber sólo él cual es el verdadero motivo de sus aventuras, siempre ha tranquilizado las mías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario